El Nudo de la Problemática Actual
Autor: Howard Richards
Un problema de fondo, como lo veo, es que todos dependemos de la actividad “económica”. En cuanto a aquella parte central del metabolismo (el intercambio de materia y energía con la naturaleza) de los seres humanos que se suele llamar “la economía,” la actividad económica parte solamente por la iniciativa de los inversionistas. De las iniciativas de ellos depende el pan diario de todos.
No es cierto que, por ejemplo, un conflicto entre las grandes empresas y los tratados internacionales que intentan revertir el calentamiento global es un conflicto entre el afán de lucro de los pocos y el bienestar de los muchos. El mundo está organizado de tal modo que en gran medida si los inversionistas no lucran las masas no coman. El gran desafío del cambio, y por ende de la educación, de la acción pública, y de la investigación, es bajar esta medida.
Los intentos del pueblo para cobrar sus derechos sociales parten débiles y siguen débiles. Se ha llamado a la huelga la mayor arma de los trabajadores, pero es un arma solamente capaz de parar. Comparado con el poder de iniciar, el poder de parar la producción es un arma débil. La huelga puede parar la economía, en forma parcial, pero no puede echar a andar la economía. Tarde o temprano, para que la vida humana continúe, hay que imponer lo que se llama un régimen de acumulación.[1] Vale decir todas las instituciones y costumbres tienen que favorecer la producción rentable de productos vendibles. Un régimen de acumulación u otro es una solución que se impone porque sin favorecer la acumulación, las personas, los gobiernos y las otras instituciones no consiguen los bienes y servicios que necesitan. Pero si se trata de cumplir con los derechos sociales, no es una solución. Suele dejar a los pobres pobres. Terminar con una u otra régimen de acumulación es más bien una rendición ante el poder fáctico. El poder fáctico es un resultado de las leyes y costumbres vigentes. Las leyes y costumbres vigentes son resultados de la historia.
El mundo actual en la medida que sus normas de convivencia constituyen y defienden “la economía” no funciona de otra manera. Existe, sin embargo, economía popular y economía solidaria, diversas instituciones sin fines de lucro, familias y amistades, buen vivir indígena, madres que dan leche a neonatos sin cobrar, y otras prácticas que sí funcionan de otra manera.[2] Las generalidades arriba se refieren principalmente a la parte dominante de la economía. Aquella parte no es la parte que emplea más personas, pero es la parte que enfoca la ciencia económica y la parte que determina si el país se considera creciendo o estancado.
Como escribió Marx, el primer paso de la producción, con el cual la producción parte, es que el capitalista entra al mercado en calidad de comprador. Compra fuerza laboral entre los otros elementos que son los insumos de la producción. Sin este primer paso nada pasa. No hay, como dice Marx, movimiento, Bewegung. La economía se estanca. Pero los capitalistas no compran toda la fuerza laboral que se ofrece en el mercado laboral, porque no hay mercado para la cantidad de bienes que sería producido si fueran contratados por las empresas todos los trabajadores. (Esta última observación es más típica de Keynes que de Marx.)
Así que la soberanía popular es más mito o ideal que realidad, diga lo que diga la constitución. Se puede decir lo mismo de la soberanía nacional, dado la dependencia del país de la economía global y dados los diversos mecanismos que despliega el sistema global centrado en los estados unidos para mantener a cada país obediente a las reglas de aquel sistema.
Pase lo que pase el 4 de septiembre, lo más probable es que la vida de las personas con escasos ingresos no va a mejorar, por lo menos no va a mejorar en el corto plazo. Más bien va a ser peor que en la fecha de firmar un pacto para la paz social, después del estallido de 18 octubre– debido a la inflación. La inflación ha sido inevitable a partir de los retiros de las pensiones y otros gastos ocasionados por la pandemia. Ahora es peor todavía por la guerra en Ucrania.
Se presenta aquí también otra raíz de la problemática que la educación popular enfrenta. No podemos ni hablar de políticas públicas y estructuras sociales sin hablar el lenguaje dominante. La palabra misma “producción” significa en economía producción para la venta. Desde Adam Smith hasta hoy lo que no se destina para la venta no es producto. Uno no puede ni comenzar a hablar de estos temas sin usar el lenguaje dominante, según el cual no existe producción que no es para la venta. Por definición, el fin de la producción es vender. El destino del ser humano es nacer, crecer mantenido por su madre y con suerte también por su padre, educarse para poder venderse en el mercado laboral, y luego venderse en el mercado laboral. Con suerte llega a la vejez con algo acumulado para seguir viviendo hasta la muerte. Y así sucesivamente. El banco es para facilitar ventas. El gobierno es para facilitar ventas. Las policías defienden el comercio contra robos a fin de asegurar el funcionamiento de las ventas legítimas. [3] La educación prepara al alumno para venderse en el mercado laboral. Más ventas significa crecimiento. Crecimiento sin inflación define el éxito de las políticas públicas y por ende el éxito del país. Para entrar en los debates sobre políticas públicas, uno tiene que usar un vocabulario que asume la vigencia de estos marcos institucionales disfuncionales.
Más encima, hoy en día es necesario detener y revertir el crecimiento y achicar la población. El éxito económico, medido por PNB, con contadas excepciones, es el fracaso ecológico. Crecimiento económico es retroceso ecológico a pesar del tratado que fija metas del milenio. Dicho tratado y otros consensos nacionales declaran que el crecimiento verde debe ser. Pero como en el caso de los DDHH sociales, el acuerdo normativo internacional es una cosa. Realidad es otra.
Son los ricos más que los pobres quienes están destruyendo la biosfera. Por eso cada paso adelante para superar la pobreza es un paso atrás hacia la destrucción de la biosfera –con contadas y loables excepciones, como es el caso del desarrollo del hidrógeno verde.
Carecemos de vocabulario y de imaginación para poder adelantar la causa liberté, egalité, fraternité, écologie en las condiciones que nos toca enfrentar.
En Chile hay conciencia ecológica, a nivel de la alta tecnología como lo es el hidrógeno verde y gran parte de la energía renovable, y a nivel de pasos sencillos en la vida diaria, como lo es reciclar las botellas plásticas. Puede ser un tema capaz de unir la élite y el pueblo. Puede ser parte de un pacto social que incluye compartir la riqueza a fin de subir la dignidad y los ingresos de las capas bajas a niveles aceptables. Imagina, por ejemplo, millones de los ahora excluidos de la economía, dedicados a la reforestación y al corregir la acidez y suciedad de los océanos, y bien pagados con fondos ahora dedicados a la especulación financiera por falta de inversiones rentables en la economía real. Aquí cabe insistir, además, que integración social, salud mental, música y todo lo que es desarrollo personal y comunitario son objetivos de igual valor que subir los ingresos. Sin embargo, aun con la promoción de la sociabilidad y de la economía solidaria por la educación popular, parece inevitable más violencia por la falta de beneficios concretos para el pueblo a pesar de tener otro gobierno y otra constitución.
La nueva constitución fue una promesa hecha para calmar la violencia con un nuevo pacto social, pero los factores que más determinan la dignidad del pueblo cambian poco. Del punto de vista de los perdedores del juego económico, la falta de beneficios concretos puede parecer ser una traición que justifica la resistencia violenta, o en su defecto criminalidad sin pretensiones políticas.
El trilema: (1) La decisión de invertir o no invertir no corresponde al gobierno. En el mejor de los casos, si el gobierno es capaz, y no es corrupto, hace lo que puede. Hace lo que puede para asegurar a los inversionistas que sus inversiones van a ser rentables, y a la vez (2) hace lo que puede para cumplir con los DDHH sociales. (3) Es insoslayable un tercer cuerno del trilema: es necesario, no facultativo, correr la carrera contra el tiempo para salvar la biosfera. El trilema es que los tres grandes objetivos de un gobierno, en el contexto y marco institucional actual, no son compatibles. Es un círculo que no se puede cuadrar.
El refrán de la derecha es que un gobierno de izquierdas y una constitución populistas espantan a los inversionistas. “Nadie va a invertir en Chile.” Contra la reforma tributaria de Boric, proponen una reforma tributaria pro-inversión. Quienes manejan semejante discursos son perfectamente capaces de validar sus pronósticos por sus propias acciones. Ellos mismos pueden crear el estancamiento económico, por cualquier razón o sin ninguna razón. Sus propios medios de comunicación, y sus propias cátedras universitarias, pueden vender al público la idea que el estancamiento con inflación es la consecuencia de las políticas del gobierno, o de la nueva constitución. Todo esto ya hemos visto en los tiempos de la Unidad Popular.
Lo más probable es que esta vez el gobierno de Boric va a tener que respetar la realidad económica cumpliendo con las exigencias del mercado para dar garantías a los inversionistas, y que va a ser considerado un gobierno traidor por amplios sectores de la juventud, del pueblo, y de las naciones indígenas. Este es un guion que se ha estrenado muchas veces en América Latina. Sus desenlaces son rebelión y represión autoritaria.
La retórica de la derecha en cuanto a la inversión se puede deconstruir. Pretenden que la inversión depende de las políticas del gobierno, de bajar impuestos a los negocios, de otorgar subsidios, de conceder derechos a minerales, de reprimir a los sindicatos y permitir que trabajadores sean designados “contratistas independientes” sin derechos laborales, de ofrecer contra la delincuencia mano dura pagado por el fisco, infraestructura, educación técnica pagado por el fisco y con préstamos a los alumnos con garantía del fisco, llenando el país con tantos técnicos que se puede bajar los sueldos de los técnicos, facilidades para retirar ganancias de Chile, una constitución con garantías para la propiedad privada sin considerar las funciones sociales de la propiedad, castigos por violaciones de la propiedad intelectual. Dada la dificultad de motivar cada vez más inversión ofreciendo a los inversionistas cada vez más incentivos cuando la verdad es que el mercado es chico y los fondos acumulados buscando inversiones rentables son grandes, con mayor razón no se puede cuadrar el círculo.
Todo esto se puede analizar de otra manera. El refrán que un gobierno pro-negocios es la causa principal de la inversión, y que mientras sea más pro-negocios va a haber siempre más inversión, se puede deconstruir. Se puede mostrar que la motivación principal de la inversión es la existencia de un mercado con compradores solventes que comprarían el eventual producto. Sea la empresa privada, pública, o mixta, tiene sentido invertir cuando hay probabilidades de poder vender los productos a precios que cubren los costos y dejan una ganancia para los inversionistas. En el capitalismo avanzado que vivimos, sin embargo, prácticamente todos los nichos rentables que existen en los más de los países ya son ocupados.[4] Desde allí parte el circo de ofrecer privilegios a fin de conseguir aún más inversión cuando el mercado mismo ha decidido que las inversiones necesarias para atender a demandas reales ya han sido realizadas. Los países compiten entre sí para atraer a inversionistas ofreciendo políticas públicas sesgadas a favor de inversionistas. Un caso clásico es la formación de la industria de producir plásticos en Brasil. El gobierno tuvo que asumir casi todo el riesgo antes de conseguir la participación de capitales privados.
Quizás el mito más difundido y menos verificado es que lograr atraer a grandes capitales va a crear empleos. Se puede citar anécdotas diciendo que dicha industria creada por determinadas inversiones apoya un cierto número de empleos, pero en general los nuevos capitales suelen utilizar más tecnología y menos trabajadores[5]. Ricardo Ffrecnh-Davis ha hecho un estudio de las enormes cantidades de capital extranjero que fluyeron a Argentina durante el régimen ultra neoliberal de Carlos Menem. El 98% de las nuevas inversiones fueron adquisiciones de industrias ya existentes y de tierras ya cultivadas. Típicamente los nuevos dueños optaron por más tecnología y menos mano de obra.[6] Por esta ruta, la ruta de la innovación tecnológica, se sube la productividad.
Aun en los casos de contratar más mano de obra, como en el caso de la compra de Líder por Wal-Mart, y luego abrir más tiendas y contratar a más personal, hay que considerar la pérdida de empleo en la economía popular, el perjuicio a los miles de pequeñas tiendas que difícilmente se compiten con los supermercados altamente capitalizados.
En esta materia, conviene no creer ni el pensamiento ortodoxo neoliberal, ni a las estadísticas oficiales, que suelen informar en país tras país que prácticamente no hay falta de empleo, o que hay escasez de trabajadores, cuando todos los días encontramos malabaristas pidiendo limosnas en las bocacalles, vendedores de productos chinos ocupando las veredas, y jóvenes ni ni quienes ni estudian ni trabajan.
Datos más confiables sobre el empleo precario y explotador en este mundo que habitamos pero no entendemos, se puede conseguir del OIT en Ginebra y en las investigaciones de autores como Guy Standing[7] y el mencionado Ffrench Davis.
Hay otros caminos posibles, como planteamos en el Unbounded Academy con sede en Johannesburgo[8]. Otra economía nace, como señalamos los partidarios de la economía social solidaria.
El desenlace de la historia es una actualidad que no conviene a nadie. Es una crisis civilizatoria porque es una crisis de las estructuras culturales básicas que organizan
la convivencia. Vale decir, el contrato y la propiedad. Y el individuo aislado. Lo que analizo como un trilema se manifiesta en la vida diaria en incontables
frustraciones mal entendidas. A nivel emocional las soledades inseguras producen temores que producen rabias. No puedo leer la constitución de 1980 sin sentir que es un documento enojado escrito por hombres enojados.
No resisto la tentación de citar un refrán francés: De la peur à la colère c´est un seul pas, vite franchi.
Sugiero que además de aclaraciones conceptuales la educación popular afirma la dignidad de los participantes y tiende a promover acciones solidarias que en cierta medida incrementan la seguridad de los participantes. Faltan también
pedagogías de los no-oprimidos, educación de quienes tenemos excedentes para compartir –es la única solución posible para generar seguridad económica para
los pobres. Trabajo digno pagado por traspasos de excedentes.
Cito la definición de “excedente” de Paul Baran:[9]
“El excedente es la porción del producto agregado no absorbida por el consumo de los productores directos de la sociedad y por la reposición ordinaria de los medios de producción. Está, pues, disponible para una multiplicidad de otros propósitos: inversión neta, gastos educativos y culturales, el mantenimiento de aparatos religiosos y militares, y, por último,…el consumo de las clases sociales que están en posición de apropiarse el excedente económico con base en la fuerza de su propiedad y/o de su control de los medios de producción.”
No soy el único que veo la necesidad de metodologías para mellow out las actitudes duras de muchas personas quienes no son pobres. Estoy de acuerdo con Madre Teresa que la pobreza va a terminar cuando aprendemos a compartir con los pobres – no cuando por fin logramos una infinidad de crecimiento económico y una infinidad de educación en carreras técnicas. Encuentro metodologías para transformar la estructura cultural básica en la “salud mental integral” de Lucho Weinstein y Lucho Bustos, en las obras de Claudio Naranjo y en la filosofía de la biodanza de Rolando Toro.[10]
En fin, el nudo del problema es que dependemos de un sistema cuyo objetivo no es nuestro bienestar. El nudo de la solución se encuentra en la práctica de la solidaridad.
[1] David Harvey, Las Crisis del Capitalismo
[2] Nicolás Gómez (compilador) Las Economías de los Invisibles
[3] Ver el origen histórico de las fuerzas policiales en Michel Foucault, Surveiller et Punir.
[4] Capitulo Cinco de mi Economic Theory and Community Development: Why Putting Community First is Essential for our Survival. version Kindle disponible en Amazon por diez dólares.
[5] Thomas Piketty, The Economics of Inequality
[6] Ricardo Ffrench-Davis y Peter Tjebbes, Reformas para América Latina
[7] Guy Standing, El Precariado
[9] Baran, Paul. (1958). Sobre la evolución del excedente económico. El Trimestre Económico Vol. 25 No 100(4). Octubre-Diciembre 1958, pp. 735-748. FCE. México, p.735.
[10] http://www.biodanzahoy.cl