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¿Gabriel Boric tiene la respuesta?

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¿Quién es Gabriel Boric? Es el recién elegido presidente de Chile. Tiene 35 años.
¿Cuál es la pregunta a la que Gabriel Boric podría tener la respuesta? Es: ¿Cómo se puede cambiar el rumbo de la historia para que la socialdemocracia, que ahora está en el mejor de los casos retrocediendo ordenadamente, regrese y vuelva a ser, como lo fue en el apogeo del modelo sueco, una visión creíble del futuro la humanidad?
¿Cuál es la respuesta de Gabriel Boric? Traduzco frases típicas seleccionadas de un volante ampliamente difundido por su campaña:

“Soy Gabriel Boric, nacido y criado en Punta Arenas, diputado y candidato a presidente. Quiero invitarte a participar, porque el país que soñamos lo construiremos todos juntos [con todas y todos, todas las mujeres y todos los hombres]

  • “Súmate a los constructores del país que soñamos [en una palabra española
  • Súmate] por un Chile verde
  • Súmate por un Chile feminista
  • Súmate por un Chile justo donde se escuche la voz de los trabajadores
  • Súmate por un Chile que nos cuide y valore la diversidad.”

La socialdemocracia ahora está en jaque mate, se acabó el juego, es un non-starter
¿Un non-starter? ¿Juego terminado? Son palabras fuertes.

Sin embargo, creo que puedo mostrar que no es una exageración llamando solo a dos testigos, Joseph Schumpeter y Jeffrey Winters.

Pero primero una salvedad: en condiciones inusuales (como las que prevalecieron en Europa durante los trentes glorieuses 1945-1975) la socialdemocracia es una opción viable. Ejemplos contemporáneos son Noruega y Bolivia. Ambos están en la incómoda posición de disfrutar de altos y estables (Noruega) o crecientes (Bolivia) niveles de justicia social que son posibles gracias a la captura y traspaso al gasto social de rentas de los combustibles fósiles, durante un período de la historia en el que las ciencias naturales y Greta Thunberg nos están diciendo (y tienen razón) que los combustibles fósiles no deben extraerse, venderse ni quemarse. No obstante, la socialdemocracia funcione en Noruega y Bolivia.

Primer Testigo: En 1919, a la edad de 36 años, Joseph Schumpeter se convirtió en Ministro de Hacienda de la recién fundada República de Austria.

En 1918 había publicado Die Krise des Steuerstaats (La crisis del Estado fiscal).

Había argumentado, primero, que antes de las repúblicas modernas, los gobernantes tenían muchas fuentes de ingresos. Su mayor fuente de ingresos eran las rentas de la propiedad de la tierra. En segundo lugar, la república moderna era inseparable de un marco legal liberal, un gobierno limitado, la dependencia de los impuestos para los ingresos del gobierno y una economía de mercado.

“Lo que importa es que la rentabilidad fiscal potencial está limitada no solo por la oferta del objeto imponible, menos el mínimo de subsistencia del sujeto imponible, sino también por la naturaleza de las fuerzas motrices de la economía”. (p. 115 de la traducción al inglés) Esta frase un tanto opaca de 1918 predice la competencia fiscal entre naciones de 2022.

Dada la naturaleza de las fuerzas motrices de la economía, las personas y corporaciones cuyos actos permisivos (inversiones) hacen que la economía funcione son agasajadas y subsidiadas. Bajos impuestos, acceso al crédito; la infraestructura y la seguridad provistas a expensas del público, y las garantías de que las ganancias obtenidas en un país pueden trasladarse libremente fuera de él, se encuentran entre las herramientas de política pública estándar para lograr que los inversionistas se “entusiasmen” con la inversión. (Dani Rodrik, One Economics, Many Recipes)
El mandato de Schumpeter como Ministro de Hacienda duró menos de ocho meses.

En su carta de renuncia, explicó que se le pedía que realizara una tarea imposible y que engañara al público. Un estado fiscal (Steuerstaat), cuyos ingresos vienen casi totalmente de impuestos, no podría ser un estado de bienestar.

Mi conclusión: un modelo como el clásico modelo sueco de socialdemocracia podría gobernar una isla de altos salarios y pleno empleo (Suecia) en un océano de bajos salarios y alto desempleo (el mundo) en circunstancias inusuales. Pero cuando la normalidad llegó a casa, las ilusiones se quedaron sin hogar.

Segundo testigo: en 1996, Jeffrey Winters publicó Power in Motion: Capital Mobility and the Indonesian State. Winters: “Y es precisamente en el diseño e implementación de políticas [de los gobiernos hr] que satisfacen las necesidades de inversión y producción de la población [la primera necesidad de la población son buenos empleos], satisfaciendo primero los objetivos centrales [es decir, altas ganancias, bajo riesgo] de los que controlan el capital que encuentra expresión la dimensión estructural del poder político de los inversionistas”. (página 3)
De ello se deduce que los gobiernos no gobiernan. Los mercados controlan a los gobiernos más que los gobiernos controlan a los mercados. Winters elabora aún más:

Los gobiernos, cualquiera que sea su ideología, en la práctica se dedican a atraer inversiones y a desalentar la desinversión.

“Cuando los inversionistas deciden no invertir, los legisladores no pueden obligarlos”. (Winters, Ibid.) Esto no es solo un hecho económico. Es un hecho sobre la estructura social. Los modelos económicos lo presuponen, no lo crean. Las estructuras sociales tienden a darse por supuestas inconscientemente como naturales. Las estructuras sociales tienden a ser defendidas ferozmente como sagradas. La estructura social básica de hoy es el derecho supuestamente dado por Dios o por la naturaleza de una persona (y también de una corporación a la que se otorgan los derechos de una persona) a la libertad y a la propiedad. Los derechos estructurales básicos triunfan sobre las necesidades. Cuando los inversores optan por no invertir, los políticos no tienen poder para obligarlos porque, dada la estructura social básica, la necesidad de alimentos, de dignidad, de empleo, la necesidad de salvar la biosfera y cualquier otra necesidad, pueden satisfacerse si y sólo si, en primer lugar, los propietarios eligen libremente invrtir.

Conclusión: jaque mate. Salvo en circunstancias excepcionales y pasajeras, la social democracia del tipo nórdico de post guerra no es una opción viable. Los controladores del capital deciden qué leyes obedecer cuando deciden dónde ubicarse. Los gobiernos compiten para complacerlos. Los legisladores escriben leyes diseñadas para estimular la economía de una nación. Los gobiernos intentan hacer que la economía funcione, pero solo los controladores del capital pueden hacer que la economía funcione.

Conclusión. Juego terminado.
Simplifico. Uso la expresión “la economía” como se la usa comúnmente, a sabiendas de que, como han demostrado Hazel Henderson y otros, más de la mitad del trabajo del mundo se realiza fuera de “la economía” que recibe tanta atención y cuyo mal funcionamiento hace tanto daño. (Nicolas Gómez compilador, Las Economías de los Invisibles. Editorial RIL)

¿Podemos esperar empleo digno para todos los que lo necesitan, cuando la cantidad y calidad del empleo depende de cuántas personas es rentable contratar y en qué condiciones, y no de cuántas personas necesitan buenos trabajos?

Si no se resuelve el problema del buen empleo, se fracasa también en la resolución de muchos otros problemas:

Estamos en crisis civilizatoria por la hegemonía de una estructura social básica cuyo poder es aplastante.

Por esto, en todo el mundo, los seres humanos estamos llamados a alejarse de los supuestos dominantes, a poner las reglas del juego económico entre paréntesis, a cuestionarlas, a volver al punto de partida y a preguntar. ¿Qué significa ser humano? ¿Para qué estamos viviendo?

¿Gabriel Boric tiene la respuesta?

La respuesta a esta pregunta no depende de Gabriel Boric. Depende de cuántos aceptan su invitación a sumarte. Depende de si el sector privado, el sector público, la sociedad civil, las familias y los individuos se alinean por el bien común. La estructura social la podemos cambiar partiendo de la sociedad civil in territorios, siempre instando al sector público que haga todo lo que pueda, a pesar de todas las limitaciones que tiene un Steuerstaat vulnerable a todas las presiones del sistema global neoliberal.

Partimos con un paso simple que nadie puede no comprender: compartir nuestros excedentes con ONGs que crean empleos que no dependen de ventas ni de rentabilidad, sino de donaciones.
Madre Teresa tuvo razón cuando dijo que la pobreza va a terminar cuando aprendemos a compartir con los pobres. Michel Foucault tuvo razón cuando dijo que el mayor problema político es la falta de imaginación. Compartiendo con imaginación podemos solucionar el problema del empleo. Solucionando el problema de empleo, se abre puertas para solucionar muchos otros problemas.
Chile, como el resto del mundo, va a ser justo y sustentable cuando las personas optan por una ética feminista y solidaria.

La idea de invitar a todos y todas a participar voluntariamente en la construcción de la sustentabilidad, el respeto a la mujer, la justicia, una ética del cuidado y la dignidad en la diversidad no es una idea que Gabriel Boric pensó solo. Es una idea que nace de una cultura de la juventud que se ha ido fortaleciendo desde hace muchas décadas en Chile y en el resto del mundo. Boric habla por mujeres y hombres de todas las edades, y en todos los grupos de ingresos, desde los más pobres hasta los más ricos. Habla por todos los que seguimos creyendo que otro mundo es posible.

[Nota: El periódico que publica el original inglés impuso un límite de 1500 palabras máximo.]

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